El Antiguo Egipto se ubicó en el noreste de África, en un territorio bañado por el Mar Mediterráneo al norte y el Mar Rojo al este.
Egipto, Don del Nilo
Herodoto, historiador griego (siglo V A.C.) visitó Egipto y definió a este país como un regalo del Nilo.
Aún hoy esta afirmación es cierta. La mayor parte de Egipto es una tierra árida donde sólo es posible la vida a lo largo del Nilo.
La ubicación de Egipto presenta dos ventajas. Por un lado, el desierto lo aisló de sus enemigos. Por otro, el Nilo gracias a sus crecidas regulares permite la irrigación y fertilización de las tierras.
Los egipcios sabían aprovechar el río donde cazaban y pescaban. Además, el Nilo se convirtió en una gran vía de comunicación, siendo recorrido por multitudes de barcas de caña de papiro o madera con velas cuadradas.
Para desarrollar la agricultura, fue necesario controlar las crecidas. Para ello, los egipcios construyeron un conjunto de obras hidráulicas (canales, diques, reservas) para distribuir, contener y almacenar las aguas. Así, aumentaron la superficie de tierra cultivable y la producción agrícola creció, generándose un excedente productivo.
Para realizar esas tareas, los egipcios desarrollaron el cálculo y la geometría, establecieron un calendario para prever las crecidas, registraron las parcelas de tierras cultivables, elaboraron un sistema de contabilidad e idearon técnicas de construcción de obras hidráulicas. Estas actividades eran controladas por el estado.
Por todo esto, podemos decir que Egipto es un don del Nilo y del trabajo de sus habitantes.
El faraón
La organización del Estado egipcio estaba a cargo de un rey llamado faraón, que tenía el poder absoluto.
El faraón era el dueño de la mayoría de las tierras, símbolo de unidad del país y un dios para sus súbditos (ser un dios en la tierra le otorgaba el poder divino o sagrado). Su autoridad era incuestionable, él era la ley y la justicia y no respondía de nada ante nadie. Por eso se dice que gobernaba sin límites, poseía el poder absoluto.
Él garantizaba el orden y la justicia en el interior del reino y la defensa contra los ejércitos enemigos.
Vivía en un palacio fastuoso, rodeado de lujos, celebraba banquetes y cacerías, y presidía las grandes ceremonias religiosas (recordemos que era el sumo sacerdote del reino, éste es un indicio más de su poder sagrado). Podía tener cuantas mujeres quisiera, pero sólo se casaba con una, cuyo primer hijo sería el heredero del trono. Por lo tanto, el poder del faraón, además de absoluto y sagrado, es vitalicio y hereditario.
Video sobre Egipto Antiguo
Dioses egipcios
Presentación sobre Egipto Antiguo